De 2015 a 2020, en Puebla sólo se han presentado ocho sentencias, se han abierto 18 carpetas de investigación y se iniciaron ocho procesos
En Puebla, las mujeres son víctimas de desapariciones, sobre todo quienes tienen relaciones directas con ellas, ya sea sentimentales, familiares o laborales y que pertenecen a grupos pequeños de tratantes que operan en la entidad, Tlaxcala y Morelos o sus feminicidas.
Pero también las desaparecen los grupos delictivos dedicados a la delincuencia organizada, más en las zonas de robo de combustible, en municipios como Tecamachalco, Quecholac, Azatzingo, Tepeaca y Acajete y en la región de la Sierra Norte de Puebla, de acuerdo con el Observatorio sobre Desaparición e Impunidad.
En su análisis Nombrarlas para Encontrarlas, Contexto, Dinámicas y Respuestas en torno a la Desaparición de Mujeres en el Centro de México, indican que cuando el autor de la desaparición es la pareja, familiar o alguien con quien la víctima tiene una relación sexoafectiva se relaciona con la explotación sexual.
También se presenta cuando el cuerpo o los restos de una víctima de feminicidio son ocultados, por lo cual la mujer sigue reportada como desaparecida sin que la familia sepa lo que pasó.
Otra causa es la explotación laboral, trabajos o servicios forzados, cuando se relacionan con tareas de cuidado y otras marcadas con el género como tareas de limpieza, atención a personas heridas y alimentación.
En otros casos se presenta se busca “enviar un mensaje de amenaza o castigo” a un hombre con el que una mujer tiene relación familiar, sentimental o similares, o para que este entregue algún bien o haga o deje de hacer algo.
Las mujeres pueden ser víctimas de desaparición cuando son privadas de la libertad con alguien más contra quien realmente se dirigía el crimen, en medio de un enfrentamiento y ellas son testigos o si son privadas de su libertad en un establecimiento, cuando el propietario niega a pagar el cobro de piso.